... la hora se acerca ya, toma su bicicleta y retoma el paso.



jueves, 13 de octubre de 2011

Contar palabras

Era inexplicable como podía llevar la cuenta de todas sus palabras pronunciadas desde que aprendió la lengua, increíble pero en efecto tenía un dispositivo que contaba palabra por palabra y no solo las habladas, también contaba las escritas, pensadas, meditadas, etc. Al tiempo de contarlas también las anotaba en un gran libro que título como "La boca", esta práctica tan poco común le trajo muchos problemas, pues el libro se volvió tan pesado que era difícil transportar y el dispositivo tuvo que reiniciar ya en varias ocasiones cuando llegaba al 999,999,999 que hasta perdió la cuenta de cuantas veces ya había vuelto a ceros 000,000,000 y cada que esto pasaba sentía un triste desazón sabía que algún día tendría que sentarse con "la boca" y contar con todos los dedos de manos y pies toda expresión, a sus 24 años esto se volvió insostenible no podía seguir contando tanto y decidió callar, el habla fue sencillo al inicio lo realmente complicado sería contener sus pensamientos, su imaginación, su meditación, cuando creía que había apaciguado su mente ya estaba de nuevo haciendo una nueva conversación y así tenía que seguir anotando en "la boca", era un juego interminable, su único descanso era dormir pues aprendió a no soñar, a contener las pesadillas, un buen día de invierno se percato que ya estaba vacío, salió a las calles a tratar de recuperar las palabras, "la boca" no tenía nuevas palabras, ya no tenía más que decir, vago solo por las calles por días y noches enteras buscando una palabra que pronunciar pues extrañó su sonido, su sentir, su vibra. Olvido el lenguaje y así también olvido vivir.

miércoles, 12 de octubre de 2011

El primer baile

La pista de baile estaba preparada, el salón estaba deslumbrante: arreglos en las mesas, sillas lustrosas, flores frescas  perfumaban la ocasión, los candelabros engalanaban el entorno dando un fulgor especial a las paredes del recinto, en el aire ya se percibía la ansiedad del momento; el primer baile de Filemón, la primera ceremonia de cortejo, ya era el momento del baile, 70 años de espera debían ser dignos de reconocer pues marcaban la diferencia en una vida, y así con paso decidido, hombre y mujer se acercaron al centro de la pista, ella toda una emperatriz en el arte del tango, él sin conocimiento más que el temor de dar un paso en falso se acercó con la entereza de guerrero, cruzaron miradas, intercambiaron una sonrisa, él llamo a la puerta de su corazón con una palabra, ella le enseño el ritmo, la melodía se desenvolvía con pasión desbordante, tango por una cabeza! hasta exhalar vapor de sus cuerpos, hasta fundirse con el viento, compartieron y gozaron hasta que los candelabros se apagaron, él había podido conocer el calor del baile al final de su vida, ella conoció que una palabra puede romper un mundo.

domingo, 9 de octubre de 2011

El charco

Gota tras gota todas formaban un charco en la sala, todos veían pero nadie se inmutaba, seguía sin un curso distinto, las gotas todas se desperdiciaban, el culpable un niño que jugaba con el dispensador de agua, se acercaba y lo pateaba, corría sin cuidado por los pasillos del predio, se volvía a acercar pateaba y nadie se inmutaba, todos estaban ocupados y al fondo de la sala un joven de cuyo nombre no quiero recordar lamentaba la pérdida de su CD favorito, apoyado en una bocina tratando de recordar o hacer conjeturas sobre el siniestro decidió poner fin al ruido de las gotas pues lo distraían de su introspección, camino con paso decidido hasta el charco y sacó el garrafón de agua del dispensador, el niño enfureció y reacciono cuando el joven regreso a su sitio original, pateo el tripié de la bocina hasta hacerla caer, el joven aturdido por la osadía del niño no supo cómo reaccionar, decidió en un movimiento enérgico salir del lugar a seguir buscando el CD que nunca encontró.

viernes, 7 de octubre de 2011

El ojo que sigue la melodía

No podía describir la sensación esta noche, todo era diferente, unas motas de polvo por aquí, un pantalón agujerado, un fracaso cada noche al despertar por el insomnio que todos los días lo atacaba, una sensación de que cierto ojo lo vigilaba todo el tiempo, escuchaba gritos ausentes por la noche y trataba de descifrar los mensajes, la sensación está noche no era la misma que las anteriores, se levantó de su cama, giró dando trompicones ligeros en toda la habitación se preguntó si tal vez había perdido la cordura o si tal vez buscará ese cierto ojo que le buscaba incansable, tal vez para buscar su indulgencia y así dejará de verlo e invadirlo después de dar de tumbos por la habitación, sintió pena por él mismo; una sensación de abatimiento, ganas de llorar incontenibles que no se satisfacen ni con la última de muchas lagrimas; no tenía glándulas lacrimales y menos agua pues toda la había derramado en grandes gotas de sudor que derramo después de los saltos violentos, se volvió a recostar en su cama con esfuerzo, agotado y sin sueño su cabeza daba vueltas, no podía frenar el mareo y menos la curiosidad de ese ojo que ahí seguía aunque no lo hubiera descubierto, y de pronto de muy lejos una melodía invadió la habitación, se permeo entre el polvo y su cuerpo, ahí estaba su última melodía, la reconoció enseguida pues la deseaba desde su infancia cuando su abuelo la tocaba, esas notas le marcaron la memoria, sabía íntimamente que le acompañaría hasta el final de sus días, así introdujo cada nota en su cuerpo, sintió su respiración al unisonó de la frecuencia, del ritmo, la disfruto con pasión y al terminar la melodía sabía que había encontrado el ojo, y que el ojo por fin lo había encontrado.