... la hora se acerca ya, toma su bicicleta y retoma el paso.



lunes, 24 de septiembre de 2012

Manos en la noche


Con las mismas marcas en las manos, los raspones de hace muchos años, intento volver a sentir el tacto sincero al dar las mismas caricias, con temor tocaba; no fuera a lastimarlo, intentaba transmitir lo de hace algunos años, transmitir aquel afecto, sus manos en su rostro, replegando el corazón para no sentir dolor, apagar la luz...

Sólo sentirlo cerca, saber que esta. Y olvidar; las noches en que no llegaba a la cama, y sólo recordar los momentos en que deseaba brincar de la misma, que la luz del sol no cobija igual que la de la luna, que las sabanas de día contagian desesperación, que las ventanas son más inmensas durante la noche, que la noche es libre, que mis marcas de las mano; ampollas, cicatrices, huesos desviados que hacen la piel más dura, durante la noche son amigables, salvajes, sensuales. Los días hacen que todo transcurra más despacio, y es cuando rezo porque se apague el sol; para dejar de trabajar, para buscar el brillo de tus dientes bajo la sabana, para imaginar que no estamos, que no existe el pesar.

Volver a sentir con mis manos marcadas; tú afecto, con tacto sincero recorro tu rostro, replegando el corazón para no sentir que el día se aproxima de nuevo...

Rezar porque no llegue el sol, para que las ventanas sigan pareciendo inmensas, para no extrañar de nuevo la cama, para no extrañar tus piernas entre las mías.

Para recordar el brillo de tus dientes, para olvidar lo que no te di.

Sé que escaparas de nuevo si te volviera a encontrar, así como la primera vez que al llegar el día huiste, una ocasión sería pretexto para el desencuentro.

Volver a quedarme en la ventana, esperando que la ventana se haga más grande, inventar historias esperando para ver que camines por mi banqueta y salir corriendo a encontrarte a pedirte que regreses, a suplicar por tu indulgencia, a prometerte nuevas historias, nuevos sueños, nuevas caricias, diferentes, pedirte que observes mis manos, encontrarás nuevas cicatrices, nuevos golpes, nuevos misterios.

Mientras, a seguir contando historias, en la ventana, con mis manos rezando que pase la luz del día, para intentar ver tu rostro por ahí, perdido en la noche.
 
 

lunes, 27 de agosto de 2012

Los caminos que conducen al otoño


Cuando un camino recorrido llega a su fin no hay nada ni nadie que pueda continuar construyendo, es más sencillo bifurcarlo que mantenerlo recto.
La luz del sol también tiene un tiempo de caducidad, así como mis manos en las tuyas, como un beso en tiempos de bonanza.
El tiempo exige más tiempo, el tiempo busca finales decorosos fáciles de recordar, sin escalas, sin posturas incomodas, sentado en reposo esperando acabar.
La lluvia también tiene fecha de caducidad, no espera a los peatones, ni a los niños, ni a los perros, simplemente cae; natural.
Y así siento que el verano va a llegando a su fin, ahora se comienzan a sentir los estragos del otoño con su duro andar, la penumbra del año, el atardecer de los meses, con suspiros tan cargados de eco que inundan la claridad del sol con un poco de sombras que se esparcen, así, como la lluvia; sin esperar ni perdonar.
No es posible continuar construyendo el camino que se ha venido recorriendo al tiempo que se anda, es más sencillo bifurcarlo que mantenerlo recto, el viento gélido hace que una canción se clave más en la mente mientras intentas recorrer lo que ya no volverá.
Tu tacto en mi piel ya no se siente igual en otoño, es preciso olvidarlo. Inevitable volver a pensar en ti cada que veo unos ojos verdes, imposible olvidar que aún permaneces en mi mente así como tener la certeza que vendrá de nuevo las sombras sobre el cielo a cubrirme, a ocultarme de tu vista.

jueves, 23 de agosto de 2012

Tal vez en una nube pueda ver tu rostro


Y si el mar se convierte en el símbolo de la añoranza, de extrañar.
Si todo lo que gira lentamente en la cabeza durante un largo día de trabajo, se comenzará a desquebrajar, tal vez me entenderías...
Tal vez aunque te busque por los nueve caminos del norte y me doy una vuelta circular en los del este, y cuándo termine de buscar voy camino al mar a verte, todo un símbolo de añorarte. De buscarte...

No coincidiría nuevamente en el mar, aunque intente verte a lo lejos.
Sé que caerías nuevamente y si yo intentará sujetarte con todos los clavos que siempre cargo en las bolsas de los pantalones, no conseguiría clavar siquiera uno...

Entonces voltearía nuevamente hacia el cielo a imaginar tu cara en una de las tantas nubes que se forman antes de la tormenta
Estrecharía mis manos a mis hombros pues el frio también se somatiza, tengo un poco de escurrimiento nasal cuando pienso en ello, la playa siempre me provoca la misma sensación de ansiedad, las olas que revuelcan la arena siempre se diluyen, pero tal vez caminando por la orilla de la playa pueda encontrar un poco de sosiego, tal vez así lograse olvidarte aunque sea por unos segundos.
Ahora solo busco refugiarme en los problemas de los demás, procuro ver más las noticias, cobijarme en una canción alegre, sonreír cuando me coquetean en la calle.

Buscarte en las manchas de la pared, hacer una imagen de ti sonriendo.

jueves, 2 de agosto de 2012

El café de la esquina


En el café de la esquina siempre el mismo grupo en un rincón, evocando las mismas imágenes de su juventud, sus autos flamantes rojos como manzanas maduras, volantes de cuero desgastado, asientos llenos de manchas de charanda, las mismas aventuras, los mismos recuerdos; del verano del 2008, las madrugadas de aquel entonces eran más cálidas que las de ahora, el paisaje se apreciaba más fresco, las horas pasaban ligeras, con la única preocupación que los pesos alcanzaran para una botella más y para unos tacos para que la cruda fuera más leve, hablando del recuento de los pasos de baile, los chistes de la borrachera, la rivalidad galanesca y la lucha de palabras por saber quién beso a la más guapa y los momentos de interrogación [¿dónde está ahora fulano?] que desencadenaban la envidia en los demás, pues era señal que había ganado en tener la noche más exitosa.

Ese café de recuerdos, evocando las memorias juveniles de años atrás, los debates, las peleas extravagantes, las preocupaciones que ahora les parecen vacuas, la intensidad de los días, la zozobra de esas noches, el arrepentimiento, el deseo de regreso de los años, las luces, la música que ahora suena anticuada o "vintage".

De pronto todos en la mesa se observan con cara de solemne compasión mutua, se acaban las palabras, se observan sus bocas fruncidas, se alcanza a percibir un dejo de amargura, introspección, uno de ellos grita al mesero - más cervezas - haciendo una señal con la mano levantando 4 dedos - yo ya no quiero, me tengo que ir - se despide, deja sus billetes con esfuerzo, se levanta con suavidad intentando no hacer ruido, los demás se burlan con indiferencia. A la hora el resto se ha ido, todos con lentitud, con esfuerzo, con pena de seguir dando pasos.
Así el café de la esquina, así con recuerdos que se prolongan hasta fundirse en el aire, tarde trás tarde, grupos de diferente composición se congregan a compartir sus perspectivas, sus juventudes.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Domingo pensando en ti


No lo había mencionado desde entonces.

En cuanto te vi; sentí la misma sensación, un frio seco, me asaltaron las prisas, todo por fumar un cigarro más antes de caminar por la lluvia

Al llegar a casa...

Reuní mis argumentos

Presente argucias inútiles mi corazón

Siempre con la misma sentencia, dando las mismas señales, recordando nuestros afectos

Así...

Olvidé mi canción favorita de hace 5 años, intenté recordar, busque en mi antiguo diario, entre mis agendas olvidadas

Busqué la letra, palabra por palabra tratando de ajustarlas con el ritmo que escuchaba en la lejanía de mi habitación

Y así cante, cante toda la noche olvidando el frio, imaginando lo bien que me sentiría si volviésemos a tomar juntos

a dormir juntos, compartir la misma almohada manchada, pelear por quien se termina el último trago, y así hacerte olvidar tus miedos, ahora tan míos.

Y así canté, canté toda la noche esperando volver a encontrarte

sábado, 2 de junio de 2012

Desde el suelo de la azotea


Cuando estaba en la azotea (no sé como llegue), vi a lo lejos al mismo cuervo que siempre me susurraba que las palabras se tienen que aventar al fuego para que estén calientes cuando lleguen a los oídos de la gente, y así provocar sonidos distintos, que atraviesen el polvo, lo más recóndito de la tierra, que permeen como la lluvia en las cabezas de los paseantes de un sábado nublado. Cuando estaba en la azotea - debo reconocer no sé como llegue - vi el mismo horizonte que me recordó tanto a la vista desde mi ventana y así se me acerco una brisa fría que me contó sus secretos; todos los lugares que había visitado desde que se formo en ultramar, las bocas por las que había salido, las hojas que había arrastrado, la sangre que había ayudado a coagular, me contó su historia tan increíble de creer que caí en un sopor sin salida que hizo que me recostará en el suelo rugoso de la azotea, cuándo desperté volví a estar en mi cama, con la ventana abierta, con la misma vista y sus mismos secretos, así tuve un flashback de esos recuerdos, y tuve ganas de seguir dormido para así volver a despertar en la azotea, así fue que regrese al mismo lugar y debo decir que no sé como llegue, descubrí de nuevo al mismo cuervo que siempre me susurraba y al mismo tiempo volví a sentir la misma brisa, intenté regresar a mi cama, caer en la misma pesadez, y volver a ver a mi gente, olvidar al cuervo y su suerte, tomar una taza de café caliente, ir a comprar pan, ver la foto del abuelo, pero de la cama nunca volví a salir, y mis ojos no se abrieron más.

viernes, 25 de mayo de 2012

La lavadora

Siempre que trato de describir la sensación de mis dedos al recorrer la textura de tus uñas, con tus manos abiertas, la punta de tus dedos apuntándome siempre en la misma dirección, te recuerdo; mi fijación en lo áspero de tus manos, la memoria que plasme al sentir tu mirada mientras tocaba [como si sólo fuera suficiente mirar el reloj, ansiedad para que no llegará la hora], al detectar la mancha de la pared del fondo de la sala; tan grande y obscura, como un disparo, como la creciente humedad de mi closet; es muy frecuente que al usar la  ropa que no acostumbro comienza a apestar a humedad [el CD a terminado de tocar, no active la reproducción automática], las gotas de agua por la fuga del lavamanos se escuchan en toda la casa mientras me hablas del olor a humedad al recostarte en mi pecho, asiento con poca satisfacción y te rechazo en el acto, no dejaré impune el recuerdo de tu gesto repulsivo, cierro los ojos para imaginar que ya te vas, el gato sube a la cama al mismo tiempo que también lo rechazas a él. Me molesté tanto contigo que no pude evitar insultarte al recordarlo después de 5 días para después volver a pensar en lo áspero de tus manos, tus uñas, tu gesto al oler mi ropa húmeda y como un autómata me levanto de la silla y voy por toda esa ropa vieja que no suelo usar, enciendo la lavadora y la lleno de jabón, tallo de forma insufrible hasta que se descarapele la piel de mis manos, siempre me lo dijiste mi piel es muy suave y poco resistente aunque jamás el sol me queme. El closet se vacía, la lavadora se llena, abandono el pellejo de mis manos entre el agua enjabonada. Me recuesto en el piso [redescubro su textura, su claridad, su frialdad] encuentro un pedazo de uña; puede que tal vez sea mío o tuyo, tal vez nunca lo sabré, duermo una breve siesta que no se perturba a pesar del ruido de la lavadora [mezclándose la humedad, jabón y mis pedazos de piel], despierto un poco resfriado y con la nariz tapada, después de unos minutos la ropa está limpia y oliendo a nueva, la extiendo en el patio con cuidado tratando de encontrar imperfecciones en el aroma, es perfecto o cuando menos disimulo el buen trabajo de la lavadora. Busco las pastillas antigripales por temor a pescar un buen resfriado, me dopo, me pongo la pijama, me acurruco en la misma cama que desde el último encuentro contigo no había vuelto a visitar por temor a que tú aroma desapareciera (dormía en el sillón), me acurruco y caigo en sueño pensando en el poder de mi lavadora.

jueves, 10 de mayo de 2012


Todas esas cosas las que veo cuando camino por la calle: esa efigie que sin recordarla se aparece ante mi en todo momento; en la banqueta, en las puertas de las casas, en los anuncios publicitarios, algunas veces cuando trato de recordar su forma se diluye como una risa.
Las cosas que siempre me recordaran a ti; la entonación del indigente "una monedita", la luz roja del semaforo de la esquina de mi casa, la cicatriz de la boca, el nudo de mi corbata, las camisas arrugadas, etcétera, etcétera.


En las mañanas al abrir la persiana y asomar la vista al patio siempre sigue ahí la sombra que me recuerda a ti.


Todas esas cosas que eran nuestras, tal vez mañana ya no esten.

viernes, 4 de mayo de 2012

Vaho en los ojos

La sensación de sentirse siempre cansado, con los ojos irritados, un grito profundo que busca como salir, que busca siempre salir, el deseo de buscar un lecho donde esconder la cabeza (el foco del baño se ha fundido, tal vez sea por el vapor del agua caliente, mientras más caliente; la piel se limpia mejor), y el silencio que siempre es interrumpido cuando las gatas afilan sus uñas en algún mueble, y si tal vez siento no merecerlo así lo he buscado y propiciado (las gotas de té de manzanilla dicen son útiles ante una irritación oftálmica),  el viento llenó de polvo mis ojos, cuando creí que ayer ese viento se llevaría el vaho dejado por tu respiración. [Ayer intente entrar en ti, me imagine desapareciendo, hundiéndome en tu mirada, mientras tal vez respiraras ese grito profundo, prófugo] (la canción se vuelve a repetir, es la única en la lista de reproducción), tal vez este mejor sentado, siempre cansado, provocándome el sueño con un cuarto de leche fría, buscando una cama más cálida (¿tengo más cobijas en el closet?), pensando en cambiar el foco fundido pero está muy lejos del suelo y no tengo escaleras para alcanzarlo (pensé en acercar la cómoda de mi habitación para llegar; no cabe por la pequeña puerta, llevo dos días bañándome en la obscuridad ), ¿mañana hay planes? (usaré más gotas para los ojos, puede que me ayuden a dormir mejor), ahora a intentar descansar pensando en mi canción favorita de la semana "didn´t need to go so far", me autoconvenzo: si tal vez pueda limpiar pronto mis ojos.

miércoles, 25 de abril de 2012

La decepción del polvo en abril


Los vientos fuertes de abril sólo logran que la piel se erosione, ayuda a que las sensaciones taimadas se volatilicen; y no logran desarmar aquellos pensamientos fatalistas, la palabra decepción está acompañada de plegarias que sólo consiguen lacerar la sensación en la piel, el viento atrae polvo, el polvo sólo trae olvido que siempre viene acompañado de lo mismo; más pieles erosionadas, narices tapadas, astucia que se escapa para esquivar el golpe a la realidad.



Mientras el piso de mi casa se llena de polvo, sigo esperando la visita de la criada, sentado en el mismo rincón, la ventana de al fondo se abre de golpe, el viento creando surcos con el detrito del departamento, [Cuarto para las ocho, el día se ha apagado escuchando mis plegarias para que el sol se vaya de una vez por todas], en la cama las sabanas son un nudo enigmático, las hojas de los cuadernos están por salir volando, los espirales de las libretas se oxidan cada día más. [diez para las doce, la noche no deja de ser gris por el reflejo de mi patio] el barullo de los vecinos interfiere mi reflexión, mis pensamientos se aferran al mismo polvo que algún día yo mismo levantare [Las cenizas de los cigarros se disimulan bajo mi cama], la noche siempre va a acompañada de la misma canción y más cuando se mimetiza con el grito del vendedor de merengues.



En abril los vientos se vuelven furiosos, la piel espera la llegada de las lluvias, las sensaciones se convierten en lamentos, las armas de mis brazos son fatalistas, mi decepción viene acompañada de la tuya, el polvo se arrincona con la ayuda del viento, las narices se destapan por la hemorragia.

jueves, 19 de abril de 2012

El olor del fuego después de quemar

El olor del fuego después de quemar le provocó estornudos, algunos más intensos que otros pero todos le hacían sacudir su cabeza hacía el mundanal ruido de la calle, siempre olvidaba tapar su nariz, siempre desperdigando microbios que llegarían hasta la nariz de alguien más. Cada tarde el incendio era provocado por la misma causa; el pueblo deseaba liberarse de las sillas que ya no usaban, a la misma hora eran apiladas a media calle, los ciudadanos las colocaban en orden, el dirigente rociaba gasolina y su mujer colaboraba con encender el cerillo, el fuego duraba siempre un par de horas y por extraña casualidad la última pira se consumía en el mismo segundo que cada día. Algunos lloraban de pensar en el triste final carbonizado de sus antiguas sillas, pensaban en sus respaldos, sus patas, lo bien que acomodaban sus sentaderas. Pero así era el destino de las sillas, un destino traducido en negrura, en polvo que provocaba estornudos en su nariz y en microbios depositados en las narices del resto de ciudadanos. Él en algún momento participo en la quema de sillas, pero siempre encontraba utilidad para las sillas en su hogar, cada una reservada para un momento del día, todas con reserva en su mente. Un buen día el recurso legal de los conservadores quemadores de sillas se planto en forma de citatorio en la puerta de su hogar; la exigencia de deshacerse de las sillas que no utilizaba, demanda de participar en la quema de sillas de cada día; ignoró el mensaje, lo anudo y aventó hasta caer debajo de una de sus sillas. El tiempo paso y fue así hasta que la autoridad en forma de tres guardias se hizo presente; el motivo "desviación de recursos para la quema", él fue embargado, no quedó ni una silla en su hogar, pasadas las horas se hizo el ritual diario que ahora incluía el uso de sus sillas, mientras que él, sólo en su casa lloraba su pérdida mientras estornudaba solitario - Una parte de mí han robado - Sintió su cuerpo abandonado, sin lugar donde sentarse, no encontró consuelo alguno, reclamo al viento su injusticia. Él sabía la hora exacta en que el fuego terminaba, partió sin reparo hacia el ritual y ahora descansa en las narices de los demás.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Olvidó su sombrero

Sabía que ella vendría algún día, me encontraría en el mismo lugar, en el mismo rincón de la casa; cargado de soledad [en el perchero colgó su sombrero], tenía la certeza que vendría de la misma forma  en que sé que las paredes de mi casa están manchadas y agujeradas por mi inconformidad  de la posición de los cuadros colgados [en su mano izquierda cargaba la bolsa de plástico gris con la que se fue la primera vez] el piso tenía sobradas motas de polvo, platos sucios de la semana pasada y algunas moscas paradas al borde del último envase de cerveza [pasó a la habitación por su maleta grande] el reloj había dejado de correr y decidí no cambiar la batería para olvidar la posición del sol [aventó las llaves sobre la mesa, las moscas salieron disparadas a dar espirales de gusto] escuché su voz y entendí que no volvería y si tal vez regresara sería sólo para devolver el libro que le presté [la puerta casi se cae y los cuadros cambiaron de posición] decidí ponerme de pie y volver a martillar para de nuevo cambiar los cuadros de posición [sabía que ella regresaría por su maleta grande y a dejar las llaves para no volver más], destape una última cerveza para esperar que se acumulara más polvo, [olvidó su sombrero en el perchero], volví al rincón para dejar que ella pensara bien las cosas y volviera para no volver.

sábado, 25 de febrero de 2012

Una canción para ti

Le cante una canción la otra noche, aquella noche que comenzó con algazara en la plaza y terminó en lúgubre silencio. Me acompañaban dos coristas, guitarrista y técnico, después de la canción esperé una sonrisa a cambio, la canción tal vez no fue de su agrado, se paró de su silla y se alejó de mi vista, el coro y yo esperamos un momento a que volviera para la segunda tocada, el guitarrista mientras afinó, yo me entretuve con un par de tragos. El técnico alzó la voz con enfado argumentando que no gastaría sus fuerzas esperando a que volviera, no lo detuve, el guitarrista fue el siguiente tras darme palabras de aliento - Te ha dejado tirado, dijo con decepción. Las coristas ni adiós dijeron. Quede ahí sólo mientras la plaza se vaciaba, pensando si le habría gustado la canción y sufrí pensando en su huída, tal vez fue mi voz, o mejor dicho fue culpa del guitarrista quien falló un par de notas, quedé esperando un momento más no sin antes seguir argumentando y dando indulgencias por su escape, autoconvenciendome que si me quería pero que tal vez surgió una urgencia, convenciéndome y justificándolo, amoldando su forma en mi mente, se fue tal vez porque se aburrió o tal vez, tal vez. Guarde el micrófono mirando a cada instante el celular ¿marcara? ¿Se habrá molestado?, miré el reloj nuevamente y era más tarde de lo que imagine aunque eso ya no importaba, lo mejor fue ir a casa a dormir y no pensar más en el asunto

viernes, 24 de febrero de 2012

Solo rogando porque se apague el sol

Un peso que no conocía [Se levanta suavemente] a las tres estoy seguro gritaran en el piso de arriba; 3, 2, 1, [Todos guarden distancia], a mi lado canturrea mientras la luna clarea, las nubes siguen su curso [¿Estoy despierto o soñando?], los números rojos del despertador aceleran su curso, y una foto pegada a la pared me recuerda mi cara en el espejo del baño, sus pasos se alejan de la habitación [tengo pavor que no vuelva más], sólo rogando porque se apague el sol [La fiesta de cada noche en el departamento de al lado] y un condón usado cae hasta mi patio. El vapor se condensa en la ducha y preferiría cocerme en el agua hirviendo, recordando la carretera donde te recogí, solo rogando porque se apague el sol.

martes, 21 de febrero de 2012

Otras estadísticas

Si las estadísticas siguen siendo la mismas [El aire sopla en el estudio, el polvo se levanta ligeramente del librero] en otro lugar no muy lejano a casa alguien lleva fumado el mismo tabaco que yo a esta hora [el agua de mi ropa tendida se comienza a evaporar] - ¿quién llama a la puerta? [El candelabro se mueve repentinamente oscilando como las ondas aéreas] Cuarto para las ocho, y el despertador aún no suena, tal vez sea momento de seguir dormitando antes que se espante el sopor. [Las sabanas están enroscadas] La noche se lleno de lamentaciones recordando, sólo recordando. Me pongo de pie, claro, con el pie izquierdo, sábado más, a vagar por la ciudad, buscándote, te encuentro súbitamente [El edificio de enfrente se incendia], allá a lo lejos contemplo un hombre parado sobre la azotea moviendo brazos enérgico, me arrepiento de haberte visto fijamente al rostro, tus labios también se incendian ahora, un candor, y las estadísticas siguen siendo las mismas, haciéndome recordar, sólo recordar.

jueves, 16 de febrero de 2012

Flashback

Nadar hasta la orilla, alejado del fondo, del supuesto peligro de las olas, de la agobiante obscuridad, no se puede subestimar la brisa, tampoco las ganas que emergen, el deseo furioso de resguardarse
En mi garganta se añusga el grito contenido, las prisas, un flashback sobre puesto en mi cabeza; miles de ahogados
Tu rostro apagándose, diluyéndose en mi memoria, una última nota, la penúltima estrofa de mi canción favorita
Se acerca agitado, moviendo los brazos con ímpetu, otro sobreviviente
Tu rostro, el pasado, los deseos no consumidos, el apetito ardiente, veloz, se consume, se consume...

La conversación de ayer, flashback
Tus ojos en la penumbra, una respiración más queda

Tu rostro diciendo adiós, no se muestra la orilla, agitación, la brisa sólo me hunde más, inmenso vacío
obscuridad, de nuevo tú, tu despedida, la mía.





sábado, 21 de enero de 2012

La canción de un viajante

La canción comenzó así:
Un viajante navegó y navegó hasta una orilla del mar con la esperanza de encontrar cocos, donde se preguntó si habría en aquel territorio, caminó por la orilla, recordando que en su bolso guardaba aún una barra de granola para aguantar el encuentro con los cocos, recordó a su novia Ana y comenzó a reír cuando le dijo que le trajera también a ella un par cocos, recordó la noche de su despedida, le canto una canción que se parece a está, intentó hacerla sonreír, tomó su pianola y bailó a su alrededor, tomaron una copa de vino para brindar por su bella pianola y los próximos cocos que disfrutarían con deleite y sabor. Se repartieron algunas palabras y eliminaron algunas poco agradables, hicieron un dibujo de su balsa, Ana le susurro al oído un jocoso y alegre uuuuhuuuuhuuuuuhuuuuuhuuuuuuh.
Los cocos le dieron la bienvenida, y le mencionaron que su armadura no podría deshacerlos, que tenía que usar un poco más de carisma y una sonrisa sincera, además de esperar al verano a que las ramas se extiendan en caluroso abrazo.
Así espero recordando el jocoso uuuuhuuuuhuuuuuhuuuuuhuuuuuuh de Ana, la barba se le hizo prominente, no perdió la calma, espero al verano, descubrió el secreto para obtener los cocos más sinceros y jugoso que se entregaron a él sin pena y ni llanto.
Regreso en su balsa a los brazos de Ana, y cantaron al compas de uuuuhuuuuhuuuuuhuuuuuhuuuuuuh.

viernes, 20 de enero de 2012

Un sorbo esperanzador

En un camino sin barrera que da vueltas sin detenerse, abordó una noche en el vagón, miró la diversidad de rostros, todos diferentes, todos expresivos, con algo en común; la vergüenza, más él no sintió mínimo vislumbre. El bullicio de personas provoco que bajara sus manos hasta sentir el calor extraño, tenue y a la vez apasionado de lo que tenía forma de una palma joven, lo sintió en porción desmedida sin sobrepasar los límites, era lo que necesitaba, ese cálido sentir en la noche fría, se atrevió a mirar el rostro del poseedor de singular territorio, y en sus ojos apreció un resplandor que lleno de celo su corazón, lo apaciguó. El instante fue singular, y comprendió que aún tiene fuego para guiar sus pasos.