... la hora se acerca ya, toma su bicicleta y retoma el paso.



jueves, 29 de diciembre de 2011

Whisky

Se fue con el aire ese recuerdo, esa vanidad de verme en el espejo cada mañana, de lavar mis dientes y sonreírme esperando a que el brillo blanco me deslumbre y me haga débil la vista, para no verte más, para verte con distorsión, para odiar verte un segundo más. Ahora que he olvidado esas vanidades, esos deseos, desde que te fuiste veo un mundo mejor, no invento canciones mientras corro para alcanzar el próximo vagón del metro, he dejado de imaginar tu rostro cuando veo a alguien más, he dejado de esperar encontrarte a la vuelta de cada esquina, aunque cuando voy a tomar café y volteo a la mesa vecina me invade esa nostalgia de verte a ti tomando té, y no mentiré pues en mi celular aún guardo tu nombre, aún conservo el pañuelo en la orilla de mi cama con el que sueno mi nariz cada mañana, pero el viento también entra a mi habitación y lava con cuidado esa presencia que quedo. Ahora invento canciones mientras me baño, ahora uso loción para borrar marcas, he vuelto a hacer abdominales para encontrar un mejor partido la próxima vez que salga al bar, he procurado leer más y con mayor atención, he dejado de beber cerveza y opto por más whisky, y cuando estoy muy ebrio brindo por ti en silencio.

Cocina olvidada

En la cocina solo quedaba un frasco de conservas de durazno, una lata sin etiqueta enmarcada de oxido y migajas mohosas de pan dispersas sobre la tabla pegada al escurridor de trastes, sobre el marco de la ventana una flor marchita y del otro lado del vidrio las ramas del árbol del jardín cubrían el paso de la luz, mi madre dejo su herencia al hijo de mi hermana, mi sobrino Ernesto, herencia que al día de hoy no ha sido reclamada, da a suponer a los vecinos que murió intestada, a mí solo me quedaron un par de recuerdos y tres libros antiquísimos (Un Te Deum en latín, oraciones de Santa Teresita del niño Jesús y un devocionario, estos dos últimos en español). Mi hermana me dejo de encargo ir a regar el jardín de la propiedad tan celada por mí y mis otros dos hermanos (denoto menos avaricia que ellos dos o tal vez más ingenuidad), el polvo es basto en toda la casa, una anciana se asoma por una de las ventanas y hace gesto de preocupación, deseos de irrumpir, se detiene el ritmo silencioso cuando toca con estruendo el timbre (chicharra reclamando impaciente) y dudo algunos instantes si atender, nunca me ha gustado abrir puertas, atiendo con diligencia y la voz de la señora se desparrama como arena en caja y me comunica las molestias de una casa tan descuidada, me habla de bichos que pululan por la falta de jardinería y ni hablar de la peste de las ratas, las enfermedades, los achaques, los ruidos, etcétera, tomo nota de su reclamo, desespera un poco y su rostro comienza a enrojecer mientras hace su pliego petitorio hasta que amenaza con enviar su queja al departamento de salubridad, le ofrezco disculpas por la falta de higiene en el inmueble, se va furibunda y angustiada, dejo las puertas cerradas y me retiro de la casa, que todo vaya como esta, esos policías no pueden invadir en la suciedad ajena, nadie puede hacerlo, es mejor olvidar el detrito ajeno.

martes, 27 de diciembre de 2011

Cierto olor a jitomate

mientras cocinaba se precipito ese pensamiento suicida, esas ansias locas de arrojarse del quinto piso, de respirar bajo el agua... El olor amortiguaba el impacto, cierto olor a jitomate cocido que se esparcía con facilidad gracias a la altura del departamento, eran esos instantes agradables que lo acompañaban cada día y lo distraían de su intento y lo enfrentaban con su cobardía insensata. Respiraba de prisa casi a punto de hiperventilarse. Dos instantes más, olvidan su nombre... dos hombres armados
- si? - contesta expectante
- tres más por favor!
- sólo dos más, eso faltaba
el departamento permaneció en silencio un momento más, esperando la revancha, esperando a que se negociara el trato del despojo
poca calma y paciencia
se llevan todo, desfiguran su rostro
en unos meses olvida el incidente, todo habrá pasado, regresa la normalidad

lunes, 26 de diciembre de 2011

Los habitantes del agua van a jugar pronto a tu lado

Se refugiaba en la sala de su hogar, un sofá color rosa, una mesa de centro con un cristal sobrepuesto en un cubo blanco, una lámpara a cada lado del sofá, un cigarro encendido como todas las noches, una botella de agua mineral destapada, adicto al gas y al humo. (Efímero)
un soplo por la ventana, un pendiente en la agenda, todo marcaba tarde, todo marcaba liquidez, espacios entre espacios, voces que venían e iban sin atestiguar un sólo instante en paz dentro de la casa de Aurelio
¿dónde estaban?
(Espacio insoluto)
al fondo, en la cocina, detritos de manzana del desayuno. Una rata gemía
(Un espacio sin llenar)
el fa del chelo daba la pauta para olvidar a los instantes del inicio
un acompañamiento coral, cantaba en voz baja. Con esa voz tan suya, tan cálida y tenue
olvido, así se fue Alfonsina a la mar
(Composición con chelo y voz, Alfonsina y el mar)
voz armoniosa, masculina, provocadora...
espacio insoluto, trazas de un día que va, últimas horas
de lado derecho el baño del hogar, con gotas que caen con frecuencia paulatina, liquidez del momento
recuerda que el jabón de barra se ha acabado, olvido comprar más en el mercado
mañana se bañara únicamente con Shampoo de cabello
(Efímero) El momento se esparce en un instante
el hambre ajusta un poco más el sentimiento
encender un cigarro más
consumir la botella de agua
escuchar con atención la tonalidad
aire fresco que sigue entrando en la sala
Aurelio recordando el mar
"Y los habitantes del agua van a jugar pronto a tu lado"

Constancia

Constancia ¿dónde estas? te han llevado...
mi tiempo, las manecillas, la pulsera dígital, marcandote... Constancia ¿dónde te han puesto?
Te recuerdo, te llamo a cada segundo, recuerdos, todos enlazados, tiempo... Constancia con un dejo de luz a la distancia
Memoria y dolor, deudas, pesares, recuerdos... Constancia te estoy marcando - contesta!
Sólo
Eres tan...
la pulsera dígital, marcandote
¿Dónde estas ahora?
Solía recordarte
Tu cara se desfigura