Los vientos fuertes de abril sólo logran que la piel se
erosione, ayuda a que las sensaciones taimadas se volatilicen; y no logran
desarmar aquellos pensamientos fatalistas, la palabra decepción está acompañada
de plegarias que sólo consiguen lacerar la sensación en la piel, el viento
atrae polvo, el polvo sólo trae olvido que siempre viene acompañado de lo
mismo; más pieles erosionadas, narices tapadas, astucia que se escapa para
esquivar el golpe a la realidad.
Mientras el piso de mi casa se llena de polvo, sigo
esperando la visita de la criada, sentado en el mismo rincón, la ventana de al
fondo se abre de golpe, el viento creando surcos con el detrito del
departamento, [Cuarto para las ocho, el día se ha apagado escuchando mis
plegarias para que el sol se vaya de una vez por todas], en la cama las sabanas
son un nudo enigmático, las hojas de los cuadernos están por salir volando, los
espirales de las libretas se oxidan cada día más. [diez para las doce, la noche
no deja de ser gris por el reflejo de mi patio] el barullo de los vecinos
interfiere mi reflexión, mis pensamientos se aferran al mismo polvo que algún
día yo mismo levantare [Las cenizas de los cigarros se disimulan bajo mi cama],
la noche siempre va a acompañada de la misma canción y más cuando se mimetiza
con el grito del vendedor de merengues.
En abril los vientos se vuelven furiosos, la piel espera la
llegada de las lluvias, las sensaciones se convierten en lamentos, las armas de
mis brazos son fatalistas, mi decepción viene acompañada de la tuya, el polvo
se arrincona con la ayuda del viento, las narices se destapan por la
hemorragia.