... la hora se acerca ya, toma su bicicleta y retoma el paso.



viernes, 7 de octubre de 2011

El ojo que sigue la melodía

No podía describir la sensación esta noche, todo era diferente, unas motas de polvo por aquí, un pantalón agujerado, un fracaso cada noche al despertar por el insomnio que todos los días lo atacaba, una sensación de que cierto ojo lo vigilaba todo el tiempo, escuchaba gritos ausentes por la noche y trataba de descifrar los mensajes, la sensación está noche no era la misma que las anteriores, se levantó de su cama, giró dando trompicones ligeros en toda la habitación se preguntó si tal vez había perdido la cordura o si tal vez buscará ese cierto ojo que le buscaba incansable, tal vez para buscar su indulgencia y así dejará de verlo e invadirlo después de dar de tumbos por la habitación, sintió pena por él mismo; una sensación de abatimiento, ganas de llorar incontenibles que no se satisfacen ni con la última de muchas lagrimas; no tenía glándulas lacrimales y menos agua pues toda la había derramado en grandes gotas de sudor que derramo después de los saltos violentos, se volvió a recostar en su cama con esfuerzo, agotado y sin sueño su cabeza daba vueltas, no podía frenar el mareo y menos la curiosidad de ese ojo que ahí seguía aunque no lo hubiera descubierto, y de pronto de muy lejos una melodía invadió la habitación, se permeo entre el polvo y su cuerpo, ahí estaba su última melodía, la reconoció enseguida pues la deseaba desde su infancia cuando su abuelo la tocaba, esas notas le marcaron la memoria, sabía íntimamente que le acompañaría hasta el final de sus días, así introdujo cada nota en su cuerpo, sintió su respiración al unisonó de la frecuencia, del ritmo, la disfruto con pasión y al terminar la melodía sabía que había encontrado el ojo, y que el ojo por fin lo había encontrado.

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