... la hora se acerca ya, toma su bicicleta y retoma el paso.



domingo, 29 de mayo de 2011

Bulto.

Solo parece un bulto, oscuro, cansado, abandonado, espera la hora de su muerte, su ansia por morir se puede leer en cada pelo de su cuerpo oscuro. Se distingue entre la maraña de pelos un mancha roja pálida, y justo en medio del cuerpo algo se eleva y se hunde al tiempo que se empaña el suelo por lo que parece ser su respiración. Nos acercamos un poco más a la escena, y comprobamos que en efecto es un cuerpo con apariencia de descuido, tiene una cara ceniza, tiene arrugas, pero son de esas arrugas especiales, que no se forman por la edad, si no por la tristeza y la lucha en vida. Esta durmiendo, en reposo, y a pesar de ello se distingue lo cansado de su cuerpo y su vida, como si encima de ese cuerpo abandonado se pesara un peso enorme. Tiene los pies llenos de ampollas y callos, y tierra en la cabeza, sus manos están descuidadas y encima tiene boronas de pan. Sigue respirando, profunda y cansadamente, a la par sigue dejando el suelo empañado, es un autómata que solo espera su momento. Después de algunos segundos seguimos observando fijamente cuando de pronto la respiración del bulto se ve suspendida y el peso enorme se ha borrado de encima, se percibe un ambiente de paz, presenciamos un momento de relajación memorable, uno de esos momentos en que somos espectadores de la libertad. A veces la única libertad es morir, para ver morir no es necesario arrancar una flor.

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