... la hora se acerca ya, toma su bicicleta y retoma el paso.



domingo, 25 de septiembre de 2011

Dulcería

En una tarde de septiembre Carlos por accidente se observo en el espejo de uno de los tantos aparadores que decoran la calle central de cierta ciudad, al percatarse de su reflejo mientras caminaba se detuvo de inmediato, había algo que cautivo su atención al instante y no eran los dulces que guardaba celosamente el cristal aunque también pudieron ser pretexto de Carlos; eso nunca lo sabremos. Miro con recelo su reflejo, gesticulo, pronuncio algunas palabras inaudibles, pasadas algunas horas de actuación interactiva con el aparador el encargado de la dulcería ya estaba perturbado no sabía que hacer para que el sujeto se retirara de la acera - "bloquea la vista de mis clientes" - Decidió enfrentarlo con amabilidad - "Disculpe, ¿buscaba algo en especial?" - Carlos aturdido por el atrevimiento del sujeto lo ignoro y siguió gesticulando. Pasaron un par de horas más hasta que el sol se canso y sucumbió ante el brillo de la luna, el encargado de la tienda se dio por vencido durante todo este tiempo ya que la intención de Carlos parecía tan exacta, precisa y aferrada a un reflejo que le parecía tan extraño como cercano. A la hora del cierre era necesario correr la cortina de metal para cubrir el vidrio del aparador, el encargado de la dulcería dudaba hacerlo pues temía que al hacerlo el narciso se perdiera o lo atacara así que espero unos minutos más hasta que sucumbiera, y ya agotado el dulcero se limito a cerrar la puerta fingiendo que no conocía de la presencia de Carlos, al momento de cerrar el establecimiento Carlos siguió su camino, tal vez buscando un nuevo aparador, otro puesto de dulces, o bien tratando de ver su rostro o usurparlo en algún otro rostro de aquella cierta ciudad.

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