Las ciudades y las personas cambian, eso es un hecho, todos cambiamos, no es posible decir que las personas no cambian, todos generamos cambios y somos diferentes a cada segundo, a cada emoción, cada pensamiento forma y reforma a cada uno de nosotros, el cambio es bueno, más si es provocado por un encuentro que se configura como determinante en una noche, educa y recrea un nuevo cambio.
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